Es de esos recuerdos que a todos se nos ha colado. Digamos que pertenece a la memoria colectiva, por más que esta memoria colectiva recoja a veces tonterías tan grandes como esta. En la película Gremlins 2, el simpático Gizmo se harta de los malos modos (una forma suave de definirlo) de sus congéneres mutados, de modo que se disfraza de John J. Rambo y comienza una táctica de guerrillas para hacer justicia.
Y aunque la imagen más clara de lo que te cuento dentro de unas líneas tenga como protagonista al boina verde con más voz de tonto de la Historia, prefiero quedarme con la escena del gremlin, por gracioso y por tierno. Me refiero (alguno ya lo habrá adivinado) a la visión del héroe con una cinta de tela atada en la frente.
A ver: que visto en un soldado de élite estadounidense, acorralado en el bosque y con riesgo de que una gota de sudor traicionera lo ciegue de un ojo y ello le impida ver a los malos acercarse a darle los buenos días, pues oye, no queda mal. Es más: cuando el que viste esa cinta es una especie de osito de peluche medio marciano que no debe bañarse y al que la comida a partir de medianoche le sienta regular… mira, es hasta gracioso…
Chaqueta, camisa y cinta en el pelo
Pero que un señor, con su traje y su camisa, se ponga ese tocado en una cena de empresa o en el posterior baile… No, eso ya no. A ver que nos centremos: supón que hay algo que celebrar en la empresa (que vamos a cobrar, por ejemplo); el jefe decide que esto se merece una cena en el restaurante chino de la esquina; y convoca, tal día a tal hora, a todos los empleados. Menos a García. Nadie quiere a García.
Antes de que llegue el momento –un sábado por la noche, para no perder horas de trabajo, claro- y, aunque la cena nos la sirva un tal Wang Cho, lo suyo es ir de traje y corbata y como se trata de una ocasión especial (hoy en día, cobrar, aunque sea mal cobrar, es casi un lujo) te tomas la molestia de buscar una corbata que destaque sobre las demás, te tiras un buen rato buscando y acabas en una página como corbata.es, porque hay que destacar, pero no arruinarnos ya que lo que vas a compartir es una cena con tus compañeros de trabajo. Una ocasión formal, la de la fiesta que se celebra cuando te van a pagar… Creo que incluso alguien le dedicó una canción en su día: La Fiesta Pagana, o algo así.
Alcohol y corbatas: mala mezcla
Bien. De cena. Todos. (¿A quién se le ha ocurrido avisar a García?). Con el rollito de primavera, una cerveza; con el arroz tres delicias, empieza la lluvia de vino, que sigue a lo largo del pollo gum-pao, la ternera con setas y el cerdo agridulce (¿conoces a alguien que haya ido a un restaurante chino y se lo haya comido todo?). Algún idiota –García, seguramente-, ha pedido licor de flores para el postre.
Para rematar la faena y que la cuenta, que al final pagáis entre todos, sea menos dolorosa, Wuang Cho os invita a un licor de lagarto que destila él mismo. Lo llama “Licol de lagalto Wuang Cho”. Te suena, pero no eres capaz de pensar de qué. De hecho, llevas tal cantidad de alcohol en el cuerpo que no eres capaz de pensar.
Alguien propone tomarse una copa en el Zick Utha’s, el local de moda. Vale. Para un día que sales… Y es desde aquí desde donde se van las inhibiciones y el sentido del decoro a darse una vuelta por el parque… Ves que a ocho de cada diez de tus compañeros les ha entrado complejo de Rambo y se han anudado la corbata a la frente. Se mueven al ritmo de la música (más o menos) con gestos de comando americano en la selva vietnamita…
Ríndete: tú también caerás
¡Qué vergüenza! Hombres hechos y derechos comportándose como idiotas. Menos mal que tú, con tu corbata de seda que tardaste un buen rato en elegir, no vas a caer en… en… Pero, ¿¡esto qué es!? Te has convertido en un marine americano y acechas y tus enemigos (García y los dos bombones a los que se está ligando) desde detrás de las columnas del local… Y con tu corbata-cinta antisudor a la frente, claro.
No vamos a entrar en detalles. Sólo que llegas a tu casa y te recibe tu mujer, con un cabreo descomunal por las horas y el estado en el que llegas. Te grita que vaya borrachera y que menudas pintas de mamarracho tienes con la corbata atada a la cabeza. Entonces, antes de rendirte al sueño, le preguntas:
– Cariño, ¿no habrás comido después de medianoche, verdad?…
Originally posted 2014-07-16 11:02:25.